El maestro Thomas Vinterberg dibuja en su obra La Caza la persecución a un maestro de Infantil denunciado por abuso sexual. El argumento fue que “los niños no mienten”. Todo salió mal. Bueno será dejar claro que necesitamos avanzar en respeto, sentido común y alcance técnico. En salud, se denomina iatrogenia a una actividad médica que causa daño a pacientes por el abuso de farmacología industrial que pueden ser víctimas de enfermedades desconocidas. Buena cosa trabajar para disminuir las malas praxis pues, aunque se diga que se hacen de manera inconsciente, ocurren.
En general, nuestra sociedad tiene poca capacidad para admitir los errores propios; las organizaciones suelen estar mal preparadas, más preocupadas en sus propias parcelas y desplazando la responsabilidad a los demás. De esto sabe un rato la maquinaria autoritaria que se ha extendido por todo el mundo bajo el paraguas de falsos relatos, como hizo con el pueblo judío o el gitano. Chivos expiatorios, ha escrito el profesor Luís Iñigo en su reciente Historia de los perdedores; el poder busca culpables para desviar la atención de los problemas económicos, armamentísticos, climáticos o nutricionales, persigue brujas y “rojos” que pueden desestabilizar los intereses de las grandes riquezas y a las que, a veces, se les pide explicaciones por sus negligencia y abusos.
Comenta el veterinario Gustavo Duch, que un parásito es aquel que come de balde a costa de otros. En la cuestión alimentaria ocurre con el pienso, que llega a las macrogranjas del Norte, cultivado en las macrohaciendas del Sur, apaleados y sin opción, el campesinado y la ganadería de escala familiar.
Esta historia plagada de exilios: desahucios y deslocalizaciones, no está representada por sectores marginales. Los agitadores pretenden que sea la clase media, siempre llamada a mantener la cohesión, la diana de sus turbias tácticas desestabilizadoras, para que den crédito a sus negocios enfrentándola a los desafortunados, a los vencidos.
Francesc Reina
