La imaginación nos ayudará
a escuchar lo que esconde el ruido,
Manuel Rivas.
Es necesario esforzarse en promover espacios de reflexión ante la superficialidad, dice Svend Brinkmann. Pensar para solucionar problemas es importante, pero también lo es revisar las propias creencias, dedicarnos a cuestiones creativas, desprendernos de la utilidad inmediata.
Además de cooperativismo, necesitamos mucha justicia. El poder de las élites económicas, usado como un recurso para apropiarse del control, necesita nuevos matones para secuestrar las palabras y normalizar los enfrentamientos, para pisar la luz repitiendo el leviatán hobbesiano que entorpece la fraternidad confundiendo las ideas con zonas de sombra.
La educación, durante mucho tiempo, fue una herramienta de dominación basada en el miedo, el temor a Dios y otros pánicos allí donde Christopher Clark se detiene para hacernos ver las trampas de la historia. Con la llegada de las emancipaciones modernas los conflictos se centraron en crear silencio con movimientos depredadores de los significados; un momento seudomoral este de nuestra época, como anunció MacIntyre, donde las excepciones y las paradojas se hacen bandera y desplazan a las éticas del bien común; «contradicciones razonables», les llaman. La radiología de la fuerza sigue insistiendo en su conocido mantra: «las cosas son así».
El discurso político es un tipo de texto desde el que se propone convencer a través de conjugar emociones con el razonamiento y procurar satisfacciones. La antonimia, por su parte, se utiliza para legitimar al propio grupo y rechazar al del otro. Sin embargo, empieza a ser recurrente apropiarse del discurso contrario obviando al adversario, un método –nada novedoso– para dirigir las mentes, un recurso que se modula mediante ensayo y error para influenciar a la opinión y que consiste en repetir el mismo mensaje de diferentes formas.
Uno de estos artificios radica en utilizar suposiciones no comprobadas dándolas por buenas; también sirve cambiar el nombre de las cosas. Goebbels, el jefe de la prensa nazi, sembró la confusión en la Francia ocupada con programas de radio donde se resaltaba el término “liberation” al tiempo que utilizaba el nombre del diario del Partido Comunista (“Humanité”), sorteando las diferencias ideológicas con negra propaganda: una mentira repetida acaba admitiéndose como verdad.
Cribar bien la información es una tarea muy desigual, requiere más esfuerzo que una simple anécdota (mucho más atractiva) como ocurre con la metáfora del espantapájaros a base de devaluar al enemigo: simplificando, vulgarizando, después de desfigurar o exagerar un contenido.
Erradicar los estragos del fanatismo es también labor de la comunidad educativa, una escuela del alma, comenta JM. Esquirol a partir de los infinitivos esenciales (vivir-pensar-amar): porque es bueno tener a alguien al lado que nos ayude a cultivar la madurez, porque es bueno enganchar bien el oído a las cosas.