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jueves, mayo 16, 2024
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Pasiones tristes

Las emociones son erráticas aunque, a pesar de todo, gestionarlas con nobles objetivos suele ser una labor moralmente necesaria. Inocular miedo y odio es una pauta sentimental reaccionaria,  rastrera; hacen falta fundamentos para no caer en los prejuicios (casi una enfermedad), la peor de las vocaciones.

La experiencia de la Primera Guerra Mundial no evitó la segunda, esto nos comenta José Antonio Marina: aprendemos con dificultad, salvo que queramos aprovecharlo para hacernos más sabios. Sin embargo, seguimos con democracias  autoritarias y otras que se centran más en la armonía que en la libertad.

El nazismo justificó el asesinato de criaturas como parte de su particular “lucha racial”; exterminaron aproximadamente a 1,5 millones de inocentes (más de un millón de etnia judía y decenas de miles de romaníes; también a alemanes con discapacidades físicas y mentales, polluelos que también caerían en centros de exterminio o en instituciones oficiales). Las mayores de 12 años servirían para trabajar o en experimentos médicos, víctimas de programas de eutanasia que salpicaron al Consejo Judío por sus  controvertidas negociaciones. Otras fueron fusiladas en represalia por las guerrillas enemigas. Hubo quien se salvó por sus ojos azules siendo germanizadas.

Entre 2005 y 2022, según Unicef, se contabilizaron más de 120.000 muertes y mutilaciones y más de 105.000 almas ingenuas reclutadas por ejércitos (que rara vez rinden cuentas pero se siguen alimentando). En Gaza, más de 30.000 personas palestinas asesinadas, de las que el 70% son mujeres, niñas y niños; 11.785 heridas. En Ucrania el número de chaveas perdidas ha superado los 1000 (12.300 jóvenes muertos en ese enclave en lo que va de año); más de 5,9 millones de personas -el 88% mujeres y churumbeles-  han huido a países vecinos. En Siria, de la que ya no se habla, de las 300.000 personas que viven en los campamentos, el 57% son madres e hijas (el 53% son menores de edad). Niños del caos, niñas perdidas, sobrevivientes vagando, huyendo, emigrando…

Los Kindertransport protagonizaron una operación de rescate que  permitió refugiar (sin sus familias) a muchas minoridades en Gran Bretaña entre 1938 y 1940; la labor de algunas embajadas fue fundamental: los casos del inglés Nicholas Winton, del suizo Carl Lutz (el que registró el mayor número de traslados) o del sueco Raoul Wallenberg, son dignos de mención. El agradecimiento es la memoria del corazón, decía Lao Tsé.

La Noche de los Lápices es el nombre con que se conoce a una serie de  secuestros de estudiantes de secundaria ocurridos durante septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires (seis pibes fueron asesinadas sin que se sepa de sus restos hasta la fecha); adolescentes que reclamaban una ayuda estudiantil para el bus y que fue  considerada por las Fuerzas Armadas como «una subversión en las escuelas», viéndose “obligados a erradicarla”.

Hijo de la luz y de la sombra, escribió Miguel Hernández, un baile de versos entre el claroscuro (138 mil chiquillos murieron en la guerra civil española, 58 mil infancias evacuadas).

Francesc Reina

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