Vegecio fue el escritor que acuñó la frase: “si vis pacem, para bellum”. Una expresión muy popular del mundo militar que se instaló hace mucho en nuestra cultura a través del poder. Parabellum es el nombre del cartucho “9 milímetros” de una pistola alemana tristemente famosa en nuestra memoria. “Si quieres la paz, prepárate para la guerra” se ha convertido en un estándar que aún se mantiene por siglos. Sun Tzu, militar de la antigua china (770 a. c.) dedicó su vida a asesorar en el arte de la contienda: “los métodos poco importan, la victoria es el único camino para la paz”.
Existe la tendencia para comprender el mundo que consiste en destacar contradicciones o diferencias; buscar lo contrario. Se comenta que no atender a una definición opuesta hace perder capacidad instintiva para simbolizar el razonamiento. De cualquier manera, más que la querida filología, nos interesa abordar cuestiones de ética social.
Mi amigo, catedrático de antropología Carlos Giménez, comentó en un momento del congreso de mediación celebrado este octubre en Barcelona: “si queremos la paz preparémonos para la palabra”. En ocasiones hemos puesto en evidencia que expresar de otras formas el dolor, la polémica, la pugna, la contienda, la pelea, el conflicto, el choque, el enfrentamiento o el combate, nos podría ayudar a ver las cosas mejor. Deconstruir, como propuso el filósofo Derrida, quiere decir que los asuntos se ven de otra manera. Así debería de ser para que se oigan más los acuerdos, las avenencias, el pacto, la defensa, lo amable, la armonía, la amistad o la concordia… Porque el lenguaje, que es el cemento de la sociedad, nos prepara para aprender, y eso lo puede hacer muy bien la música, la literatura, la pintura, el teatro… el arte en general. Cuanta palabra libre! Guerra y Paz, obra de León Tolstoi, es un alegato al amor, a lo favorable y lo propicio, al honroso entendimiento entre las personas que buscan reconciliarse con el mundo.
Mientras tanto, otros se dedican a justificar el combate como un estado propio del ser humano; ponen de ejemplo a la economía como paradigma alternativo a la destrucción, pues mantienen que controlando la información, contribuyen a la tranquilidad… La hipocresía se camufla bajo un halo de rectitud moral. Frente a la amenaza de desintegración de los valores, el dominio se resiste a promover un cambio que no sea para que todo siga igual, integrando iniciativas que se estrellen en la inoperancia de la gestión fracasada.
No invertir en tanques o en personal militar ha supuesto no sólo ahorrar, sino profundizar en el desarrollo humano ( invertir más en educación, en lo natural, en la salud…) Estudios en Costa Rica desde 1951 a 2010 afirman que apenas se sufrió violencia mientras que en Centroamérica hubo 97 intentos de golpes de Estado, 21 episodios de violencia política internacional, 134 sucesos de violencia política civil y 35 de violencia étnica.
El eslogan liberal más seductor encierra una gran complejidad: “si sigues los caminos correctos y estudias lo suficiente; si te conoces a ti y a tu enemigo, sabrás vencer”. En estos términos define el capitalismo la empatía. No es raro disentir: el malestar social, conclusión de brechas socioeconómicas en tensión continua, se debate entre la solidaridad y la agresividad. Pero se nos proponen abrir los ojos ante la posibilidad de escuchar distintos relatos sin miedo a que se quiebre el espejo. Nos va a ir bien desmitificar ese lenguaje bélico hegemónico, irá bien reclamar que existan otras miradas, hablar de paz en lugar de guerra.
Películas como Maximabel, reportajes de Évole, Rtve y otros, la recién premiada obra de teatro La mirada del otro, décadas de actividad incansable de Gernika Gogoratuz, se suman a las lecciones de Galtung, Lederach o Fisas… Convivencia para vivir.
Cuando cada vez tenemos más o menos claro quién es el enemigo principal, ya va siendo hora de airear los encantos de las verdaderas amistades.
Francesc Reina
