Cayó por fin en la espumosa y turbia
recia corriente, y descendió al abismo
para no subir más a la serena
y tersa superficie, Rosalía de Castro.
Los mensajes en las botellas llegaron a ser instrumentos de correspondencia, una forma de comunicación a fin de que alguien los pudiera encontrar en alguna parte. Suelen tener objetivos muy diversos: desde las peticiones de auxilio, las notas románticas, o indicar el mapa de algún tesoro; también se suele usar para ofrecer homenajes conmemorativos, o contener cenizas de algún ser querido… Despedidas y vindicaciones que coinciden, además, con el interés científico por conocer mejor las corrientes oceánicas; tal es el caso del estudio realizado por Wolfgang Struck en el que se han descubierto tras los años, nuevas conexiones en los mensajes lanzados por capitanes, marinos, estibadores portuarios y pasajeros, hallados en una gran variedad de circunstancias por caminantes y pescadores, entre las redes o en las playas.
Lo que se esconde bajo esta forma de proceder suele perseguir, al mismo tiempo, una cartografía de los dramas, de aquellos que desentrañaron ciertos secretos y así, ayudarnos a trazar una reflexión sobre los métodos que el nuevo colonialismo lanza para satisfacer sus necesidades de conquistar otras tierras; una práctica que se realizó, se intuye, desde el inicio de los tiempos, como aquel pergamino escrito en 1493 por Cristóbal Colón, confiado al mar y en el que escribiría: “Imposible me parece poder resistir por más tiempo a la deshecha tempestad que nos abruma”.
Descifrar los misterios de los mares a través de correos embotellados lanzados al agua, salpicados de relatos y anécdotas, casos y referencias históricas y literarias para reparar los navíos, resulta una experiencia cautivadora. El borde del mundo es una maravillosa canción de Valeria Castro que rinde homenaje al movimiento vecinal de las grandes ciudades donde las familias que migraron desde la pobreza se unieron para hacer ruido y exigir mejoras, un sentimiento de quien vive en los sitios olvidados y carga con el peso de su historia y lo que le rodea: “No se olvida el recuerdo ni el daño … que se luche por la dignidad de cualquier ser humano”.
Hay botellas que velan ruidos y hay ruidos que son bonitos, los oídos lo agradecen, es como encontrarse con una hermosa canción en un lugar común, para emprender un viaje hacia la verdad.
Paul Celan escribió, “en vuelo de heridas”, su poema Fuga de muerte contra la indiferencia, la corrupción y la desmemoria. Dejó anotado: “la poesía es como un mensaje en una botella arrojada al mar, con la esperanza de que en algún momento ésta alcance la «tierra del corazón».
Francesc Reina