Aunque la pareja Ávalos/Koldo ha desplazado al 18 de febrero en el ranking de euforias de un PP que viene del desastre de perder España en julio tras ganar en la mayoría de CC.AA. en mayo, conviene entrar en los números de Galicia para comprobar si tanta alegría tenía un fundamento equivalente.
En primer lugar, el PP ha vuelto a repetir, por sexta vez consecutiva, el fracaso principal de toda candidatura a la que le ocurre lo mismo y a lo que ningún político se referirá jamás mientras no consiga romper la mala racha, cosa harto difícil porque la sociedad tiene más colores de los que la mayoría desean.
Lo que quiero decir es que tampoco esta vez ha conseguido el PP la mayoría absoluta de verdad, la de la voluntad popular expresada en número de votos o, lo que es lo mismo, del 50% más uno, como mínimo. El PP consiguió tres veces esas mayorías en Galicia, por lo que cualquier resultado posterior que no llegue a tanto debe ser mirado como un pequeño fracaso.
En segundo lugar, el PP de un Feijoo volcado con Rueda ha retrocedido 0,60 puntos (el 47,36 frente al 47,96% de 2020), rompiendo así la tendencia de los resultados conseguidos en 2016 y 2020, con incrementos de 1,76 y 0,40 puntos respecto de las anteriores, respectivamente.
Además, el citado porcentaje del 47,36 conseguido es 1,08 puntos inferior a la media del 48,44%, que es la de los obtenidos en las nueve convocatorias a las que, desde 1989, ha concurrido el PP con estas siglas.
Entrando en números más relativos, pero no poco significativos y sin salir de lo representativo, que es la voluntad popular dictada por las urnas, conviene tener en cuenta que los partidos que compitieron el 18 de febrero han dispuesto de un número importante de nuevos votos potenciales para repartirse.
Me refiero a los 172.064 votantes más que han votado en 2024 respecto a quienes lo hicieron en 2020. Por tanto, los 72.729 votos más conseguidos por el PP en 2024 han representado un 42,3%, es decir, cinco puntos menos que el porcentaje conseguido sobre el total de votos válidos el día 18 de febrero.
Tampoco es irrelevante la diferencia entre los 104.323 votos emitidos a favor de candidaturas que en 2020 no consiguieron escaños y los únicamente 75.647 de 2024. Se trata de 28.676 votos menos de los que, restando los 15.312 de Democracia Orensana, que le han servido para conseguir el escaño más “barato” de todos, quedarían 13.364 votos que ni parece fácil que hayan ido a una abstención que ha descendido, ni tampoco a un PP que ha incrementado su porcentaje la mitad de lo que ha subido la participación electoral.
Pero dejémonos de democracia pura, pues ya sabemos que lo que importa a quienes mandan es el aquí y ahora, quiero decir escaños, porque gobernar o no son dos mundos muy distintos y, si no, que le pregunten al tal Koldo sobre el número de mascarillas que habría vendido al precio que le dio la gana si su amigo Ávalos no hubiera sido ministro de lo que fuera. O a una tal Ayuso por su hermano, gracias a lo cual, y también al sorprendente blindaje del que disfruta, ella consiguió, además, acabar con un Pablo Casado que le molestaba.
También fue debate durante la campaña si las elecciones lo eran en clave española o gallega. Como tantas veces, los resultados son la respuesta.
Si sumamos los de los cinco partidos españoles porque así se autoproclaman, es decir, el PP+PSOE+VOX+MAREAS, en 2020, y cambiamos MAREAS por SUMAR+PODEMOS en 2024, el retroceso ha sido importante, pasando de unos acumulados porcentuales en votos y escaños del 74,1% y del 74,7% en 2020, al 65,7% y al 65,3% en 2024, respectivamente, unos retrocesos “españoles” en torno a los nueve puntos que han servido para que el BNG, solo de Galicia, avanzara ocho.
¿Y aún hay quien duda de la clave en la que se votaba en Galicia?
Lo que sí ha funcionado en clave España es una ley electoral especialmente tergiversadora de la voluntad popular, gracias a la que el PP ha convertido su 47,36% en las urnas en un 53,33% en el Parlamento gallego. Esa traducción de minoría en los votos por una mayoría absoluta en los escaños “solo” ha conseguido repetirla el PP seis veces en las doce elecciones autonómicas celebradas en Galicia.
Volviendo al principio, mientras termino dicen las noticias que la Ejecutiva del PSOE le ha dado a Ávalos un plazo de 24 horas para dejar su acta de diputado. ¿Y si no, qué?, es lo que estará pensando un ex ministro que, como todos, tanto sabe de tantos, sobre todo de los suyos.
Pero dicen también las noticias que el propio PSOE propondrá en el Congreso crear una comisión parlamentaria para investigar los negocios sin control que se llevaron a cabo durante la pandemia.
¿Tendrá esta investigación algo que ver con lo mucho que le “gusta la fruta” a esa presidenta autonómica que hizo cumplir a rajatabla aquello de que “todos iban a morir igual”, pero que desde lo de Ávalos y Koldo parece como si le hubiera comido la lengua el gato?
Domingo Sanz