Sigo el Foro Davos desde el 2010 y veo que avanza muy poco sobre la economía. Estamos viendo como las empresas y los políticos no tienen soluciones para reactivar la economía y han optado por las fragancias, al igual que los bancos y otros parecidos. Seguramente tendremos que ejercitar nuestras pituitarias para poder apreciar estas nuevas ofrendas que nos hacen. Se está demostrando que el olor puede luchar contra el desánimo y las malas noticias. Ya no es cosa de la economía, así, con mayúsculas, ni estudios macroeconómicos, ni previsiones anuales ni de resultados bursátiles. Conscientes de ello, desde el foro han propuesto la creación de una fragancia para reuniones como una nueva tendencia de marketing, en este caso olfativo. El objetivo consiste en lograr emociones positivas, rociando tarjetas, catálogos y productos. Lo que no queda claro es si, una vez la pituitaria se haya acostumbrado al dichoso olor, la percepción volverá a su sitio y el desánimo económico nos envolverá otra vez. O cuando salgamos de la oficina, rodeados de un ambiente que nos invada de motivación y energía, con gotas de “pachulí”, rosas y flores varias y notemos el olor de la calle, el rancio perfume de hormigón nos recuerde de un plumazo la subida del coste de vida, el paro y la bajada de nuestra capacidad adquisitiva.
José Megías