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martes, abril 30, 2024
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De los abrazos

Existen muchos tipos de abrazos: el de la satisfacción después del esfuerzo, el de los reencuentros y despedidas, aquel que se da tras el esfuerzo, después de muchas tensiones, enfrentamientos, momentos críticos; o el abrazo del equipo unido por un objetivo común, como el de la deportividad.  Aquel que se da a la amiga que mitiga las penas, un analgésico para sobrellevar el dolor, o el del agradecimiento por responder al buen trato y al cariño. No olvidemos el abrazo del amor, el del deseo…

El abrazo reduce la segregación de cortisol en nuestro cerebro, permite liberar oxitocina y serotonina, transmisores del bienestar. Además, estabiliza la frecuencia cardíaca, disminuye la presión arterial y fortalece el sistema inmunológico. Un abrazo genera paz interior, serenidad, equilibrio: nos puede sacar de momentos malos fomentando sentimientos de alegría que hacen desaparecer la ansiedad. Es una cura para los problemas.

Necesitamos de los demás para sobrevivir y esto requiere de un pequeño esfuerzo por nuestra parte. Es urgente cultivar los encuentros, para eso, además del abrazo, es necesario, también, saber pedir perdón, ser capaces de disculparnos. Se trata de otra cultura: la de la caricia. Porque hay abrazos que matan y otros son inabrazables por la pérdida, por la estafa y el robo.

Cada 21 de enero se celebra el ‘Día Internacional del Abrazo’. Lord Byron escribió:Todo lo que trae alegría debe ser compartido”, y es por eso que las buenas noticias deben de hacerse públicas, pues pocas lo son, aunque existen; venden más las desgracias…

No puedo dejar de compartir algunas noticias:

La admiración que puede sentir un profesor por su alumno es algo poco habitual, mas esto ocurre en la relación que existe entre mi hijo y su profesor de escultura después de casi 20 años. (y que se ha extendido a sus parejas y familiares). Ahora se encuentran en Suecia trabajando en un encargo fraternal.

La trenza, La tesse, La trena, novela de Laetitia Colombani, de 2018, que narra la historia de tres mujeres de diferentes países, religiones y economías, unidas por el cabello: una india de la casta “intocable” que huye de su país para dejar de recoger con sus manos la mierda que cagan los ricos (algo muy habitual y poco conocido) y que logra vender su melena a cambio de la libertad. Una italiana que salva el taller artesanal de su padre difunto para dedicarse al comercio de pelucas (básicamente indias; dicen que las mejores). Y una prometedora abogada que pierde el pelo por un cáncer y recupera la dignidad perdida después de tanta competitividad y traiciones corporativas…  Por último, el gran abrazo que se espera del sindicato para acoger y defender la situación de una empleada que, a pesar de haber subido de categoría en su empresa, tal situación la aboca a trabajar más horas y a cobrar menos sueldo

Francesc Reina

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