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sábado, abril 20, 2024
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Silencio

Existe todo un mundo de palabras dentro de un escenario, situaciones que son puro teatro, nos cuenta el dramaturgo Juan Mayorga. Bajo ese tragaluz tal vez interese ir a su acecho pues quizás merezca algún oído para poder atender lo que no se escucha, una puerta llena de silencios es la sala vacía cuando ya no queda nadie. El silencio mezcla bien con todo a pesar de su incomodidad, sucede cuando se calla por diferentes motivos: cuando se guarda un minuto a la memoria de alguien, o cuando pasa un ángel, cuando nos quedamos en blanco o nos despedimos de algo amado, de alguien imprescindible. También lo hay cuando lo exigen las bibliotecas o los templos, pues respeta a quien estudia o a quien reza. Mientras unos lo temen, otros lo necesitan. Los que manejan el arte de hablar lo dominan bien, pues saben que callar puede transformar el valor de lo dicho. El mutismo es capaz de causar tristeza o alegría, nostalgia o ímpetu, un arte  que enseña a trabajar con pausas cosidas entre sí. Prohibir su pronunciación puede ser prudente o cobarde, la necesidad de experimentarlo late junto a su extremo,  cada una está en el otro. Es vacío o plenitud, viene acompañado de rostros: hombres estatuas,  escritoras enmudecidas por la censura, la depresión, la amenazada muerte por el tirano, por los asesinatos morales, por los rumores despiadados… Puede ser el silencio un nido de dichos rotos en mil pedazos, negados a hablar por un miedo que cierra la boca, diálogos sin compañía de sonido, tiempos callados para la memoria en un espacio lleno de ruidos, de signos de combate, de mensajes terribles y trágicos  esperando un relato que dé sombra y soporte a las medidas imposibles. Todo lo que se escapa hacia adentro.

Hay lugares donde el poder no necesita exigirlo, su mera presencia expropia lo que se intenta expresar, roba e impone; no siempre tiene rostro ni nombre el poder, sabe que quien anda apartado de dar su opinión lo está también del mundo para explicar lo que piensa, siente y desea. Hermético, opaco, inolvidable.., ¿Oyen el silencio?, como un experimento de John Cage: embarazoso, interrumpido, traspasado, pesado, mordaza a veces, No hay más verbo, su presencia es un misterio, como la vida desnuda, insoportable, pendiente de  recuerdos.

La casa de las ideas enmudece con la hemorragia verbal; no abusemos de su paciencia, mejor cerrar el pico frente a la palabrería de los charlatanes, ante la burla de lo dicho. Para hablar es preciso tener deseos, pero mejor habla quien mejor calla, escribía Calderón. Hablar y callar es un doble imperativo -cuánto se aman silencio y voz- ¿qué decir? A muchos les pesan los sonidos del mundo, hay quien necesita hablar pero no le comprenden, tal vez la sordera sea el mapa que se extiende. Sobre lo que no se puede comentar mejor ignorarlo, guardarlo, suspenderlo en el alma, aspirar el eco del paisaje más secreto, del lugar más calmo. Quien quiera enseñarnos una verdad, que no la diga, indicaba Ortega y Gasset, baste un breve gesto; porque cada silencio, al final, siempre es lo mismo.

Francesc Reina

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