…y estuviera sentado ante el fiscal general del Estado, no me suicidaría ni me iría de España como ese cobarde y novio de Ayuso que es capaz de acusar a alguien de los desvaríos que dice que vivió en el pasado para, cuando le conviene, convertirlos en teatro.
Él afirma que sintió eso, pero yo quiero que cuando un tribunal tenga que decidir si pasa de confeso a culpable, antes de dictar sentencia le exija que presente el diagnóstico de un psiquiatra firmado en aquellas fechas tan depresivas y donde se certifique que estuvo a punto de quitarse la vida.
Si yo fuera cualquiera de los cuatro jueces del Supremo me pondría enfermo y me desmayaría allí mismo para que me sacaran de ese circo, porque de mí, con la toga puesta, no se ríe nadie, sea quien sea la persona con la que cada noche se acueste.
Y si yo fuera los cuatro jueces del Supremo al mismo tiempo, archivaría el asunto en este momento, qué decisiones más justas y atrevidas hemos visto.
Ánimo, Gobierno, que aún queda tiempo para algunas de las muchas reformas legales pendientes para “regenerar” la democracia, todas necesarias y tantas veces aplazadas.
Vienen las elecciones y hay que pisar el acelerador para que no os distraigan ni los insultos de quienes sueñan con un golpe de Estado, ni las dudas de los que apoyaron la investidura, ni las envidias de un Page a quien le aconsejaría un buen brandy para olvidar.
¿O no es por eso que habéis autorizado un Toisón de oro y “real” para contentar a su jefe espiritual?
Domingo Sanz


