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Sant Adrià de Besòs
martes, abril 29, 2025
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Latcho Drom

«Humanizamos lo

que nos sucede con solo

hablar de ello, y al hacerlo

aprendemos a ser

humanos».  Hannah Arendt

Hay pueblos que no desparecen, heredan su legado a través del lenguaje, sus tradiciones las leyes, las instituciones o la manera de entender y aceptar las formas de autoridad (propias y externas). Un delicado equilibrio entre las necesidades y los intereses. Sin embargo, muchas culturas han podido levantarse sobre sus ruinas a pesar de la crueldad de sus dominadores, transmitiendo a sus generaciones los códigos más sabios para adaptarse a  los requisitos del entorno.

Hoy día, en muchos lugares no se consiente que los conflictos atenten contra la dignidad humana y el derecho de los pueblos. Sin embargo, existen retos que requieren un tacto especial, una mayor reflexión en la búsqueda de soluciones, más inteligencia social, con prudencia en aplicar la ley al pie de la letra: por ejemplo, cuando se trata de organizar la convivencia. Apartar los estigmas, identificar lo bueno (no solo lo malo), cuidar los mensajes, sin ingenuidades ni excesos… Informar con rigor y compromiso colectivo para hacer las cosas correctamente.

Para juzgar es importante no dejarnos llevar por preferencias ni conveniencias emocionales, habrá que atender a las circunstancias sin dejarse llevar por las prisas del fanatismo, analizar todos los ángulos, ventajas e inconvenientes, antecedentes… Todo el mundo es influenciable –es preciso aceptar esta realidad- pues no siempre estamos en condiciones de opinar bien, de saber distinguir la verdad ante otras formas de pensar. La buena noticia es que los escrúpulos no son permanentes: debemos dudar de los prejuicios; se puede aprender a cambiar con criterios que orienten las decisiones. Porque debatir significa discernir, no atacar.

La historia de las ideologías suele caminar por una pasarela nutrida de errores, a menudo sugiere que quien persigue el poder acaba perdiendo sentimientos de empatía y generosidad, conduce a naturalizar la discriminación limitando la libertad de expresión, normalizando la marginalidad, empleando políticas más publicitarias que efectistas, corriendo el peligro de confundir la solidaridad con la satisfacción de egos narcisistas.

Convivir en pluralidad  exige desarrollar modos de gestión que sepan combinar intereses legítimos tan variados, con una mirada limpia, por muy molesto que en ocasiones resulte –consintiendo o discrepando- que permita cultivar el arte de la conversación, una pedagogía del dialogo, respetando (también limitando) los esquemas morales de cada grupo o individuo.

2025 ha sido declarado Año del Pueblo Gitano en España. El reconocimiento de esta ocasión supone seguir un viaje que avance hacia más altas cuotas de democracia.

Francesc Reina

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