Muchas veces me he preguntado como es que las personas en general juegan a las apuestas. Supongo que es para ver si pueden cambiar la economía de su vida. En el caso que quiero comentar son las apuestas de poco importe, como loterías y similares apuestas del estado, quinielas, etc.
Durante 20 años aproximadamente he “jugado” a 6 o 7 números de todas las apuestas que hay durante toda la semana. Lo he puesto entre comillas jugado porque no he comprado ningún boleto ya que cada día lo miraba en los diarios y nunca me ha tocado, alguna vez 3 números. Mis hijos siempre han estado en contra de esta forma de apostar, virtual, ya que si me tocara un día tendría una gran decepción. Yo decidí esta forma de apostar por el caso que les quiero narrar.
Un domingo regresaba de jugar al ajedrez y al pasar por la plaza de la vila había un puesto de venta de la ONCE. Compré un boleto y lo puse en la vitrina. Hacía rato que estaba durmiendo y me despertaron que me habían tocado 4 últimos números del cupón. Al domingo siguiente pasé por donde había comprado el cupón y le agradecí que me hubiera dado el premio. El vendedor me contestó que no había dado ningún premio y que este numero no lo llevaba. Y él insistió que no, yo le repetí que me lo había dado él. Bueno, ya me marchaba para casa después de insistir muchas veces y salió de la cabina y me llamó, dijo: «tiene usted razón. Resulta que un compañero me los dio para entregarlos con los que no se habían vendido y yo los colgué para la venta y se lo di a usted seguramente».
Como se deduce de esta historia, es que ese premio era para mí, hiciera lo que hiciera, son demasiadas causalidades. Por lo que he entendido que puedes probar de vez en cuando, no hace falta jugar cada día ni a números fijos. Si tiene que tocarte te tocará. Puede que tengan razón que un día me toque, lo que estoy casi seguro que no me afectará ya que esta es la condición que me puse al iniciar esta historia.
Jose Megías Vergés
