Las palabras aprietan como lo hacen las sombras cuando envuelven vidas diseñadas. En el amasijo de datos que conforma nuestra leyenda aparece la persecución a judíos, musulmanes y protestantes a través de métodos brutales. Se vivieron años de terror tras la idea de que el demonio estaba en todas partes y que las brujas habían sido creadas por él. Su persecución se intensificó, se dice, coincidiendo con las crisis económicas: el empeoramiento del clima, las malas cosechas y la peste, una psicosis colectiva de superstición e ignorancia – historia inventada-, una histeria prolongada que ahora se intenta subsanar con sentimientos encontrados, desenmascarando impostores para crear patrias.
La paranoia anticomunista permitió que el senador McCarthy, en los años 50 del pasado siglo, iniciara una oleada de persecución, represión y deslegitimación hacia personas supuestamente vinculadas a la ideología soviética en EEUU. Su obsesión le llevó a perseguir, tal como se pudo demostrar, a una inexistente conspiración comunista entre funcionarios, políticos y profesionales de los medios de comunicación y las artes. La caza de brujas tuvo como consecuencia la violación de los derechos fundamentales de cientos de personas: el interrogatorio indiscriminado, arrestos, encarcelamientos, despidos, expulsiones… Este personaje llegó al descrédito por obstruir procedimientos constitucionales, en su haber destaca la censura de miles de libros por “comunistas, procomunistas, excomunistas y anti-anticomunistas”, entre ellos “Robín Hood”, por predicar que había que quitar a los ricos para dar a los pobres.
Las historias tienen mucho de ida y vuelta porque al poder le interesa que la gente adquiera conciencia de su función social, en algunos casos para dejarse llevar, en otros, para que no se muevan.
La distopía de la que habló Stuart Mill se ubica especialmente en ambientes cerrados, en marcos antidemocráticos cargados de mitos y falsedades, donde la élite se cree con el derecho a invadirlo todo. Habrá que vigilar que los líderes de cualquier sistema político no se atrevan a justificar la crueldad con espirales de silencio, para no tolerar eso de que en los actos de desobediencia siempre hay bajas inocentes. En los enfrentamientos, la primera víctima siempre es la verdad.
Francesc Reina