La importancia de tener conciencia no acostumbra a coincidir con los comportamientos correctos y menos si nuestros paisajes vitales no colaboran. Hay gente que no sabe que es sensible y eso es imperdonable. El 24 pasado de este mes de enero ha sido el dia Internacional de la Educación.
La educación viene a ser una actividad donde confluyen aportaciones de múltiples ciencias: humanas, sociales, físicas, ambientales, tecnológicas y culturales que acompañan al desarrollo humano. Tiene una visión integradora, hace un trabajo de ida y vuelta, pretende posibilitar la idea de conjunto armonizándola con la del pasado: la historia, la arqueología, la geología, la geografía…, eso que nos obliga a ser gente.
Lo cultural es un referente activo, conforma la comunidad, la conducta dentro del conjunto de las especies (vegetales, animales, minerales). La educación es un saber que penetra en las ciencias, se coordina con las demás para aportar y recibir datos, es decir, investiga sobre algo común: cómo aprendimos y cómo lo haremos en el futuro (cómo se enseñaba y se enseñará). Por su vocación curiosa e inquieta, promueve ese entendimiento para progresar en la diversidad, la generosidad, el respeto entre pueblos y especies. Y con el medio ambiente: lo justo y armónico. Supone la comprensión de lo urbano y lo rural, la ingeniería plural que entronca con lo tradicional, la participación ciudadana, la crítica social para el cambio, las imprescindibles dinámicas propuestas por la Salud (grande esfuerzo y aporte), del cuidado universal, de lo urgente y lo sostenible.
La atenta observación de las nuevas problemáticas y las respuestas que da la etnografía, la etología, la psicología, la filosofía del pensamiento, la biología del conocimiento (esa huella dejada por la evolución cerebral para estructurar medios oportunos que inciden en la mejora de la personalidad). Como todas las instituciones: de lo familiar, las amistades, la ciudad, los medios de información, ambientes culturales determinantes de nuestras características (comunidad, barrio, grupos de origen, tribus juveniles…). Las economías, la historia, las sociologías que construyen la realidad de las relaciones sexuales, laborales, del tiempo libre; las manifestaciones del arte: la literatura, los comics, el teatro, el circo, la pintura, el deporte, todas implican el porvenir, siempre modelando nuestras vidas.
El reto pedagógico (esta ciencia encargada de conducir el aparente desorden), consiste en saber contar (como se explicaría un cuento) las formas de entender, apelando al intercambio de emociones, contribuir a la «alfabetización científica», a la construcción de interpretar el mundo, una enseñanza motivadora que pueda producir aprendizajes satisfactorios y agradables.
Decía Paulo Freire que la política es el alma de la educación porque siempre estamos en compromiso, porque se involucran valores, proyectos, utopías que cuestionan y transforman las relaciones. Tenemos mucha información, indicadores sofisticados, pero todo esto nunca es neutral, hay quien oculta la razón de los problemas sociales. Y están quienes nos desafían para transformar o reinventar.
Francesc Reina
